lunes, febrero 1

Insomnio



El silencio se ve roto tan solo por su respirar forzoso y el mecanismo de un barato despertador de campana, ruidos que ya retumban en las paredes internas de su cráneo.
Como únicos invitados en su alcoba el viento que ulula a través de las ventanas agrietadas, débiles ya para contenerlo, y un crujir lastimero en la estructura, testimonio de los años que ha visto pasar la casa.
Al abrigo de una oscuridad que cada vez lo es menos, da vueltas sobre el colchón desvencijado. Las mantas no son más que otro peso muerto con el que cargar y un alud de pensamientos inconexos lo entierra, se mezclan dentro de su cabeza los gritos hasta ser un zumbido sin sentido, una maraña de ecos que mantienen sus párpados ligeros y sus mandíbulas prietas.
Cuando no puede más se levanta y deambula por la casa, cigarro en mano. Escucha las noticias hasta aplacar el bullicio de sus pesares de conciencia y, acabado el cigarro, vuelve al catre. La misma operación se repite incesante durante la noche, reiteración absurda sin resultado.
Empiezan a entrar claros desde el patio interior y lleva horas esforzándose en no pensar, como cada día el mismo lamento, el muro de ladrillos ha vuelto a impedirle ver amanecer a pesar de mantenerse despierto.
Todas las noches el mismo bucle y todas ellas, en medio del desasosiego, la misma necesidad de una canción de cuna.

"Ojalá llueva y me pueda dormir con el sonido silente del romperse las gotas en el cristal"

Y es que, al parecer, sólo la lluvia consigue que sus demonios enmudezcan.

2 comentarios: