domingo, junio 27

Telarañas comunes, redes sociales


O de cómo todo aquel pretendido escaparate de cerebros
se queda en mera tienda de disfraces que hace esquina con nuestra calle
La bola de espejos detiene su rotación periódica de reflejos del acontecer en el accidentado confluir que se da en el entretiempo y cae al suelo con el tránsito asiconpado de presente y pasado al modo de las melodías del discanto.
Fragmentada la esfera perfecta, el núcleo, al que se dirigían los radios desde el cristal opaco, pierde su definición. El centro esférico "yo" pierde su idea de yo al perderse la noción de círculo de adláteres y carece de lugar entre los dispersos espejos que ya no dirigen a él sus sombras sino que le deslumbran con ondas electromagnéticas sensibles. Se pierde la protección en pos de una desestructura de relaciones que barnizan de seguridad una suerte de evidencia e importancia del beneplácito ajeno para el que vínculos difusos, vago constructo teórico nacido de una necesidad de arquetipos y sistemas, devienen importantes en tanto visibles.
El círculo protector de la familia (en el sentido más amplio) arraigado en el "yo-centro" ha perdido el sentido en favor de una aparente red de supuestos reflejos del yo a partir del cual el número de espejos y la potencia lumínica que se da en la refracción (que no reflexión, acaso como ilusión vacua) se pretende como vara de medida para dar cuenta de un "yo" que ya no es centro y ha extraviado, con su ser-raíz, el sentimiento de propiedad y de sujeto yendo a la deriva en busca de reconocimiento en cada yo-otro que ocupe un espejo. En fin, subsistencia de un sujeto desprovisto de sujeción.
Espejo: Fragmento de frágil cristal que refleja sólo gracias a su reverso velado. Hoy, ya desprendido del todo ordenado, el brillo se dará sólo sepultando la parte oscura, lo que otrora hizo del cristal espejo. Una vez despojado de dirección y sentido el propio fundamento, la ilusoria reflexión no es más que un caótico juego de luces, distorsión.
Todo aquel anterior reflejo se ha quedado en frívola belleza caleidoscópica,
terreno yermo, lugar de anacoretas que se anuncia como salón de té